Compartiendo con ustedes, mi vida
Navego
los convites
vastos y reciclados
flores y ángeles
contranaturaleza
promesas
para dialogar en silenco
entre una y millones
y-de tanto en tanto-
alguien no llama
y alguien no responde
a la algarabía
diseñada y cargada
desde archivos
que acumulan
y hacen más vacía
esta ausencia.
El fin
ahora lo sé
es encontrar al dios
y exiliarnos
de estos fracasos
de la soledad
y-por si acaso-
nombrar el Todo
los nombres
las tragedias
los milagros
las cadenas
el mundo mismo
comprenderlo
en un solo acto
de efímera
significación.
Y por estos días
convulsos
y relativos
en los cuales
falta el amor
falta el pan
y el abrigo se hace
un delgado comentario
de pobre inspiración
de obsesiones rutinarias
evasiones improvisadas.
Y-de repente-
la belleza flagelada
el arte mutilado
sellado
conscripto
a las filas de tanto
colectivoego
auspiciado
declarado
de interés general
por el absurdo.
No,
el amor no se auspicia.
El amor
es un ser privado
de esos controles.
El amor
espera en esa puerta
su propio día
la estrellita de Homero y Ulises
mis tejidos punto penélope
que caminan el tiempo
mis guisitos calientes
y reales
con muchas calorías
y mágicos sopores
calmarían
la intemperie
devastada por
tantas advertencias.
De todos modos
vamos a callar
algún día.
Mientras,
apago este silencio
y me someto al viento
terrenal y caliente
de estos lados.
Mi amor
afuera
-tal vez-
me espere.
Sandra López Paz (del libro MINUTAS EN EL BAR TRISTEZA)