A veces
sin quererlo
el tiempo alcanza
para tocar la música
hacer en las flores
la miel del origen
robar el arco
despertar cupido
invitarlo a beber
unos versos azules.
A veces
el camino alcanza y te invito
a glosar tu vida con la mía
suponer que tomas de mi mano
las líneas del destino
y allá
verde de amor renacentista
me declaras enormemente tuya
por mi nombre salobre
dulce y desbordado
emblema que despunta mi noche
cuando solamente crece
en estrellas frías.
A veces
tan pequeña es mi sombra
en el camino eterno del milagro
-voy soñando-
que la espina me da paso
para subirme al tallo refulgente
que es montaña y templo etérico del viento.
Y me flameo recreyendo
recreándome en pilares flamígeros de violas
y en campanas de crisálida me anuncio.
Me voy viviendo aprendiz del cosmos
hermana del árbol
correspondiendo
a las ramas tuyas brazos anidados
en infinita savia diamantina.
A veces
me clamo sin memoria
me deshabito a ruegos
de toda forma de descenso
porque soy subiendo
alcanzando el núcleo perfecto de tus ojos
padre del universo
paralelo que me extiende el pan
cada mañana.
Sandra Lopez Paz.
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