lunes, noviembre 16, 2015

vigilia

Compartiendo con ustedes, mi vida

 Sólo por un instante de encendido milagro.
  Apenas el instante
                           Beatriz Schaefer Peña




 
Todo duerme
en su cansancio dorado.
Árboles callados.
El vino
precipitado
en el fondo
de los ojos.
Una poetisa
va despertando
sus órganos maternales
donde reposan
obligaciones.
Ha dejado
cada cosa
            en su lugar visible
y otras manos invisibles
toman el papel
      retoma la palabra
y allí se prohibe
el silencio.
           Se otorga el derecho
es libre
         y la soledad la atrapa.

Entonces viaja por el mundo
regala flores
con el laud del viento.

La poetisa
no es ya una mujer.
Decide proclamarse
enunciarse
labrarse en las piedras
tallar la noche
en un túnel a la libertad.

 Hay un atávico plumaje
en su contorno.
Un vuelo azul
preparado a destino
      planetas rojos
            estrellas que estuvo preparando
en sus sueños.

Amor es
una parte del mundo.

Invoca su nombre
y se disuelve
en palabras.

Sandra López Paz (del libro Mis propios deberes)

viernes, noviembre 13, 2015

Canción de América en el sol

Compartiendo con ustedes, mi vida



– ¡Oh, maíz, oh, tzité, oh, sol, criatura, uníos, ayuntaos!
 Así fue dicho al maíz, al tzité, al sol y a la criatura.

Popol Vuh


 


Se levanta un sueño
de gigantes
para abrazar al mundo
a sus urgentes
clamores de paz y de alimento.

Esta es mi tierra,
un profundo edén
vertebrado  en la luz
                              encordado
         en el canto americano.

Tierra que espera
resurrecciones
                  el vuelo cotidiano
del despertar de sus lenguas.

Los quechuas remontan
el maíz en sus ñawillas[1]
la batea es un alma
candorosa y pródiga,
el inca ha visto
los niños del futuro
de otros mares
alucinados y muertos.

Todo en este tiempo
ha sido nombrado
por nuestros padres.
Veinte lenguas mayas
han signado sus promesas
en la palabra hermano.

Qué materia dulce para el alma.
El manifiesto del mundo será uno.
 Las lenguas serán unidad.
Como las lágrimas y los cuerpos disueltos
en colores calientes y violentos
que todos comprenden.

Hay un viento
que convoca al continente
el universo vuelve a la cresta del sol
a su primigenio sentido
a la eternidad prometida
en la piel americana.


[1] Ñawillas: pupilas





Sandra López Paz. Del libro "Americania, el fuego del árbol" (2015)

ASCENCIÓN

Compartiendo con ustedes, mi vida



            dentro de algunas horas/me acercaré a tus muertos

            ciudad muerta/ latiré en tus latidos

            ciudad viva/pisaré mis pisadas


            ciudad huella
                                     M. Benedetti





Vean cómo el paisaje sube
desde sus pasturas
al silencioso  añil
del tiempo.

Las orillas espumosas
cristalizan los tesoros del mar
y se mueren los sueños
por las caracolas
             ¡triste Alfonsina!
Y sin embargo,
hay hambre y sequía
en los ojos mesopotámicos
                en las guarañas dulces
en las noches lunfardas.

El llano dorado de trigales
camina en los ojos gordos del ganado,
y camina la pampa en soledad…
              ¡ay esa extensión de la pena
                  bajo el ombú silenciado!
Hay tanta distancia
como hombres errantes
cuya guitarra se pierde.
Las estrellas frías
esperan su concierto
inacabado.

Y el cardón,
la colorida montaña
            y los mineros el trapiche
la poma su cintura azul
            los caballos alados su luna
los sentidos del norte
                    se declaran nulos
ante la noche sufragada
        y sepultada en los cañaverales
en la  exégesis
de la nada.
      ¡ay Maridela y tu guitarra absorta!.

Y ese sur
tan lejano historia fría
con un enorme témpano
dolor vitalicio
                ¡poemas con frío y orfandad!
No es el hombre que ha caído.
Es su brazo acostumbrado
a la mano abierta sin trabajo
con que recibe la miseria igualitaria.

Por la huella del lobo
el hombre se ha perdido.

Vean cómo su paisaje desciende
desde la más débil conciencia
al silencioso corazón
hecho piedra.



del libro "Americania. El fuego del árbol" (2015)


martes, septiembre 15, 2015

LIBACIONES

Compartiendo con ustedes, mi vida



"Tan lejos de la palabra-como la piedra-"
E. Dickinson

"correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito"
J.Villaurrutia




Voy a la guerra
con mi pequeña vasija.
las palabras se han contraído
y sueñan ese vacío
donde he quedado.

 Esta es mi ofrenda
que se abre a tu voluntad
lágrimas que convierto en miel
                   ungüento del tiempo
melancolizado amor
en la puerta misma
me encuentra el sosiego
más mundano
         distrayendo la palabra
          del pan de los altares.

Buscando la poesía,
            en noches nectarinas
alucinada
bebo sensuales calaveras
de palabras.

Un último deseo
se consagra
sobre la roca
        verdad o consecuencia
para abordar
sus recónditos ojos
hacia el abismo
que sublimamos
con oraciones rosas.

Prometo dar
mi corazón
por ella.
E cuerpo de mi voz
el fluir del paso iluminado
la estrella de mis manos
que anida una esperanza.

A veces,
las urgencias
despuntan mi corazón viajero
                 y la veo pasar
inasible y misteriosa
             en los ojos del hambre
en las persecuciones
            en los ocasos con lágrimas
en los falsos profetas
            derramarse
en conjuros y letanías
y ella, la quemante,
          la inasible
amor consagrado
en fluidos eternos

vuelve en mi mar
y  en el oleaje
me ofrece su más bello
y cándido silencio.

Sandra López Paz (del libro Mis propios deberes)

miércoles, agosto 19, 2015

Antes de Sandra

Compartiendo con ustedes, mi vida

                                           Y los libros que fabriqué con pena
                                                                Oscar Corbacho
 
He morado en mi madre
tantas veces.
En su silencio
sus ocasos
            sus hábitos matutinos.
Su hambre de libertad
           sobre las rosas.
A dos eternidades de sus alas
he vagado en su distancia hostil
sin poder hablarle.
Gritando madre
desde las víceras
ha dejado pendiente
nuestro tiempos.

He tomado su corazón pleno
para decirle que la amo.
He vaciado su nombre
tantas veces
buscando mi arcano
pero ninguna se depone
                     ni se rinde.
Miramos los nudos
del pañuelo
para que afloren
los recuerdos dorados.

Me ha dado
la enciclopedia de sus horas
y de su sangre tengo
el ímpetu insurrecto
la medida exacta de los vaticinios
            cuánto esperar,
cuándo ha sido  vano
llorar por lo perdido.

Mi madre dice
todo se ha de cumplir
           a no remar , por lo tanto
           que  el corazón mira
           lo que nos concierne
verdaderamente.

De mi padre,
ese viaje tranquilo,
contemplación del mundo
que se inclina
a sus magias primigenias.
Mi padre tiene en mi mirada
la búsqueda de todos los tesoros
del micénico
y las palabras de oro
del barroco.
              De un hombre del campo,
             se heredan siempre
              sueños y nostalgias.

Ambos, en conjuro fatal,
son las salvas
de una guerra inminente,
el agua de los inciensos,
y el azul de la poesía
que me ha puesto
en la órbita
de un corazón sensible
de llama alta
de lágrimas en el cuenco
a punto de caer
e inundar la calle.

Deberían anclarme
en su estrella
         y  antes que nada
crearme nuevamente
en los ojos de Prometeo.

Hay
una sandra
infinitamente sola
detrás de ese tiempo
donde cabe el sentido
y el amor
de fundarlos
eternamente.


Sandra López Paz ( del libro   MIS PROPIOS DEBERES)

Labores

Compartiendo con ustedes, mi vida


                                        desplegando y tañendo
                                       mi lira obligatoria y rumorosa
                                       sé lo que soy
                                       y adonde va mi canto
                                                      P. Neruda





Con toda la buena intención
me apresto a cortar unos moldes.
Hay perfume a ocio
              cadencia de rocíos
sobre las telas nuevas.
En la misma mesa del almuerzo
y los poemas
              escritorio exhausto
se abren los moldes
que me darán el abolengo
de abuela costurera.
Los ojos de mis hijos
se fruncen
al tiempo deshilvanado.
Ellos tuvieron sus vestidos
improvisados
con puntillas sin grafía.
Los veo jugar
en rondas febriles
en mi costado.
Por el rabillo
me mezclan los talles
toman los retazos
y escapan al patio
             ¡espantapájaros!
Lo mismo que
la hoja en blanco,
me siento a esperar
la musa de los sueños
y sobreescribo las líneas
del pespunte.
 Las palabras van
solfilando la hoja
            centímetros más, centímetros menos.
La tiza se ha roto
               varias veces
en la espalda del figurín
como tantas otras
se han quebrado las palabras
en mi garganta.

Qué difícil tarea
decirles mi amor
con otras cosas
que el salario y la ausencia de los días.

Qué magia tiene
esta voluntad de exiliarnos
y perdernos  en la trama
de esa cómplice soledad
y deshacer el olvido
de las prendas
y las cartas.

Sobre la máquina inacabada
se deshila la página
nunca escrita
       suspendida por el trajinar de las palomas.

Cómo es posible
coser y escribir la eternidad
cantándole a la vida
                          si, afuera,
esas pequeñas ropitas
no cuentan su historia
con el debido amor
         y en la costumbre
nos hace invisibles.

Quiero coser mi sombra
     con tintas indelebles
a sus manos hermosas.
Como esas mujeres
cuyo perfume
exhala en sus retoños
a pesar de la pobreza
la sabia comprensión
del universo.

Quiero hacer
un pequeño pantalón
para mi Ulises.
He comprado
los hilos, la entretela
        y con firme decisión
iré por la prenda                    
para su invierno dulce.

El poema regresa
de sus noches
al corazón del molde
y me enciende.


Sandra López Paz (del libro Mis propios deberes)

miércoles, febrero 11, 2015

Camino a casa

Compartiendo con ustedes, mi vida



           porque todas las puertas dan afuera del mundo
                                    Mario Benedetti


No imaginas
la extensión
la línea blanca
       suspiros cansados al oído
          del conductor pobre hombre
pobre ser condenado al viaje perpetuo
 vítreo exorbitado
ojos de los esteros de cincuenta grados
en un mundo de salitre y mudez.
Las casas
abrazadas por el sopor
hologramas del desierto
            entre líneas lágrimas de herrumbre.
Por estos lados
                 en el caudal hipnótico
                 de la ciudad y sus elementos  fundidos
                  por artes, partes y polifemos
         -creo que todo el universo duerme
               y dormirá por cien años-
 apareces también
en mi entrecejo

entre sueños me abres la puerta
soñada por milenios
y conjuro tenerte siempre
siempre a mi lado.
A una cuadra
presiento tus pasos
            -alma mía, soy tu cáliz verdadero-
la calle se alarga en el viento
las glicinas perdidas vuelven
a su tiempo y sus brazos,
los vidrios repartidos
proyectan escenas distantes
y confusas donde me pienso,
mi corazón se abre.
 ¿Estás ahí, templario mío?
Dame una pequeña señal
           una implosión de amor
diciéndome que
he llegado.
 
Sandra López Paz, del libro "MINUTAS EN EL BAR TRISTEZA"







                

  

Alianzas

Buscando poemas luminosos Crea un pacto con la tierra,        ella va adelante. Toma su rubor de hortensias       y limpia la frente. Dale u...