Presentación del libro FRÍAS. CATABASIS de Julio Salgado (Santiago del Estero 2/05/2016)
Panel: Julio Salgado, Sandra López Paz y Juan Anselmo leguizamón
Égloga umbría hacia el poema
(A modo de presentación del libro “Frías. Catábasis.” de Julio Salgado)
Comencemos por el sentido
polisémico del vocablo katabasis (del griego κατὰ, "abajo" βαίνω "avance"), que en su etimología se traduce como
descenso (o avance hacia abajo), pero también significa descenso al infierno, y
en el campo de la poesía y la retórica, un descenso gradual en el énfasis de un
tema. En la mitología griega, katabasis describe el descenso del héroe por los
infiernos. En la Divina Comedia, ya en su primer poema, Dante nos anticipa “… a
la mitad del viaje de nuestra vida me encontré en una selva umbría, por haberme
apartado del camino recto”
Julio Salgado comienza un descenso mitológico “A
los lloraderos y vertientes del río Albigasta, pasaje umbrío de lo imponderable“
y a la vez construye el poema hacia su
propia conjetura de la poesía, desnaturalizando la realidad y atribuyéndole un
significado y una función propia. El propio autor anticipa: un poema encadenado
en secciones y un diálogo con su entorno.
Tomando de la vertiente
de Hauser, en su apreciación sobre Mallarmé, me atrevo a interpretar que el
poeta Julio Salgado tiene la misma premisa
de dar la
iniciativa a las palabras”, siendo
muy fiel a una corriente simbolista de
la poesía, un deber de permitirse a sí mismo ser llevado por la corriente del
lenguaje, por la sucesión espontánea de imágenes y visiones, lo cual implica
que el lenguaje es no sólo más poético, sino también más filosófico que la
razón.
El poema es uno, persevera en lo inconcluso (léase en
todos sus sentidos: inacabado, perdido, fragmentario, indefinido…“(cito al
autor) imágenes a la deriva, recuerdo-sueño, lectura, accidente y
eco –necesidades sin salida o enlace para llegar hasta el poema”.
Una indefinición que libera la finitud de los versos y construye bloques de sintagmas al compás de
la respiración y la enunciación.
“En
un idioma diferente
se
unen las cabezas cortadas por la perspectiva.
Puedo
contar al aguilucho a la yanarca al huaco.
Varían
por el origen de sus consistencias.
Se
encabritan se embarran y se acercan
como
la pezuña que diferencia al sátiro
portan
con el color las plumas los tonos del vestido.
Esa
etérea semántica donde nace como un lazo el sonido.”
En todas estas claves:
históricas, teóricas, psicológicas y propiamente literarias, el término
catábasis es el sujeto de la confluencia, el término dialógico hacia donde
convergen por similitudes, asociaciones y analogías, la experiencia narrativa,
la experiencia poética, la explicación de esa gran indagación por lo inconcluso,
el gran viaje homérico.
“ Hay algo interior hecho de
quemaduras.
Tierras de oscuridad en su endiablada
cáscara.
Todos somos Homeros
náufragos pidiendo por el Paraíso.
Desapareciendo en el después.
He
despertado junto al viejo Príamo.”
El poema atraviesa muchas coordenadas en universos simultáneos,
un convivio de mitologías, desplazamientos
temporales, signos cuyo objeto está arrancado de su concepto, rupturas en la
trilogía del signo inacabado.
La primera secuencia, preludiada por la imagen del tren irrumpiendo
en el Río Albigasta produce el asombro y la alerta escucha del espectador de
ese paisaje.
“La suave entrada de la ignota culebra en la
retama. El corazón del ucle horadado por la avispa. La permanente conjetura del
gusano de seda en el ancoche. …El violento relámpago de la lengua del chelko en
el vinal…”
El poema es rico en relaciones anafóricas La irrupción del cuerpo del tren en el rio es un movimiento constante a través del
cuerpo de varios elementos.
“UN tren cayó al
agua como un
frágil reptil
en la barranca. Es
violeta el abismo
que de otro mundo sale de sus
entrañas.”
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“UN tren cayó al agua.
Acabo de llegar. Dicen que agua
explora
y va por el torrente
apareciendo desde las quebradas
insiste con su
beso. El puente es lo que
queda del deseo
paso rodeado por el
cielo nublado.”
A veces me he tentado a comprender que el poeta es el
tren, la
irrupción en el paisaje, impulso que desmadra
todo.
“Que
un tren caiga en el agua a un río que repentino aturde
desmadrado
descose y cose lo inalcanzable lo que no está nombrado.
Toco
la arena
como
si fuera lo sagrado del último remedio
salvando un trozo de metal acosado por
óxidos y olvido”
Esa visión de destrucción –construcción de lo real, y la ansiedad,
el poeta muestra obnubilado el deseo
adonde acude la memoria, como diría Mallarmé, “cabelleras donde ahogar sin temblores el alma obsesionante”.
“En el
agua bendita la sirena. Pero es la
ignota.
Ah!
Lucinda si me prestaras tu cintura en la cocina.
Tus
lívidos pimpollos sin defensa aún pueden curar ésta infinita
amnesia.
Se
trata de la vecina muerta mostrando la comba de su teta
y
mi rostro infantil desprendiendo un lento moco ansioso
entre
las piernas.”
En otros
pasajes reaparece la desnuda espada sin gladiador posible, rendido a la
imposibilidad del lenguaje.
“La saeta objetual
del lenguaje que se convierte en brazos del laberinto. Sibila y Oráculo, todo
el Dios expresivo sublimado antes de
llegar al discurso…La sospechosa vigilia presente danzando con una cicatriz que
brota y se desvanece en el pasado. La verdadera autora”
Es un descenso atávico a la soledad de la
poesía. Un volver un regresar al olvido a la impotencia de que descifremos sus
símbolos:
“
La idea era: Mencionar la razón.
Desde la
superficie se desliza
hasta cortar el radio de ésta manera
llega a
su destino. La línea es crítica pero no ilumina.
La
idea era: Poner parte del corazón el néctar
de la composición. Lo que rodea. Lo blanco inexpresable
como una curva que
termina en presbicia. Pero no fue
logrado.”
Un poema
donde el lenguaje muere por sí mismo, en la
“naturaleza
muerta de sí misma”. Donde “Hay un olor a territorio
recorrido. A dobles labios en la
hierba. A mágica saliva del olvido.”
Julio Salgado nos regala
en “FRÍAS.CATABASIS” las claves para atravesar la puerta de la poesía,
en su representación de la forma de esteticismo más pura y más intransigente; crea un mundo poético completamente
independiente de la realidad ordinaria, práctica y racional, un microcosmos
autónomo, estéticamente completo en sí mismo.
Una experiencia temeraria por
la senda umbría del Poema. Finitud. Infinitud. Llamado eglógico de la Palabra.
Sandra López Paz