domingo, mayo 15, 2016

Égloga umbría hacia el Poema

Presentación del libro FRÍAS. CATABASIS  de Julio Salgado (Santiago del Estero 2/05/2016)

 Panel: Julio Salgado, Sandra López Paz y Juan Anselmo leguizamón


Égloga umbría hacia el poema

(A modo de presentación del libro “Frías. Catábasis.” de Julio Salgado)


Comencemos por el sentido polisémico del vocablo katabasis (del griego κατὰ, "abajo" βαίνω "avance"), que en su etimología se traduce como descenso (o avance hacia abajo), pero también significa descenso al infierno, y en el campo de la poesía y la retórica, un descenso gradual en el énfasis de un tema. En la mitología griega, katabasis describe el descenso del héroe por los infiernos. En la Divina Comedia, ya en su primer poema, Dante nos anticipa “… a la mitad del viaje de nuestra vida me encontré en una selva umbría, por haberme apartado del camino recto”
 Julio Salgado comienza un descenso mitológico “A los lloraderos y vertientes del río Albigasta, pasaje umbrío de lo imponderable“  y a la vez construye el poema hacia su propia conjetura de la poesía, desnaturalizando la realidad y atribuyéndole un significado y una función propia. El propio autor anticipa: un poema encadenado en secciones y un diálogo con su entorno.
Tomando de la vertiente de Hauser, en su apreciación sobre Mallarmé, me atrevo a interpretar que el poeta Julio Salgado  tiene la misma premisa de dar la iniciativa  a las palabras”,  siendo muy fiel  a una corriente simbolista de la poesía, un deber de permitirse a sí mismo ser llevado por la corriente del lenguaje, por la sucesión espontánea de imágenes y visiones, lo cual implica que el lenguaje es no sólo más poético, sino también más filosófico que la razón.
El poema es uno, persevera en lo inconcluso (léase en todos sus sentidos: inacabado, perdido, fragmentario, indefinido…“(cito al autor)  imágenes a la  deriva, recuerdo-sueño, lectura, accidente y eco –necesidades sin salida o enlace para llegar hasta el poema”.
Una indefinición que libera la finitud de los versos  y construye bloques de sintagmas al compás de la respiración y la enunciación.

“En un idioma diferente
se unen las cabezas cortadas por la perspectiva.
Puedo contar al aguilucho    a la yanarca       al huaco.
Varían por el origen de sus consistencias.
Se encabritan        se embarran             y se acercan
como la pezuña que diferencia al sátiro
portan con el color      las plumas          los tonos del vestido.
Esa etérea semántica donde nace como un lazo el sonido.”

En todas estas claves:  históricas, teóricas, psicológicas y propiamente literarias, el término catábasis es el sujeto de la confluencia, el término dialógico hacia donde convergen por similitudes, asociaciones y analogías, la experiencia narrativa, la experiencia poética, la explicación de esa gran indagación por lo inconcluso, el gran viaje homérico.

“ Hay algo interior hecho de quemaduras.
Tierras de oscuridad en su endiablada cáscara.
Todos somos Homeros
náufragos pidiendo por el Paraíso.
Desapareciendo en el después.
                                      He despertado junto al viejo Príamo.”
El poema atraviesa muchas coordenadas en universos simultáneos, un convivio de mitologías,  desplazamientos temporales, signos cuyo objeto está arrancado de su concepto, rupturas en la trilogía  del signo inacabado.
La primera secuencia, preludiada por la imagen del tren irrumpiendo en el Río Albigasta produce el asombro y la alerta escucha del espectador de ese paisaje.
 “La suave entrada de la ignota culebra en la retama. El corazón del ucle horadado por la avispa. La permanente conjetura del gusano de seda en el ancoche. …El violento relámpago de la lengua del chelko en el vinal…”
El poema es rico en relaciones anafóricas La  irrupción del cuerpo del tren en el rio  es un movimiento constante a través del cuerpo de varios elementos.

“UN tren cayó al agua                        como un frágil reptil
en la barranca.                                             Es violeta el abismo
que de otro mundo                              sale de sus entrañas.”

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“UN tren cayó al agua. Acabo de llegar.       Dicen que agua explora
y va por el torrente apareciendo desde las quebradas
insiste con su beso.             El puente es lo que queda del deseo
paso rodeado por el cielo nublado.”


A veces me he tentado a comprender que el poeta es el tren,  la  irrupción en el paisaje, impulso que desmadra todo.

“Que un tren caiga en el agua a un río que repentino aturde
desmadrado descose y cose lo inalcanzable lo que no está nombrado.
Toco la arena
como si fuera lo sagrado del último remedio
salvando             un trozo de metal acosado por óxidos y olvido”


Esa visión de destrucción –construcción de lo real, y la ansiedad, el poeta muestra obnubilado  el deseo adonde acude la memoria, como diría Mallarmé, “cabelleras donde ahogar sin temblores el alma obsesionante”.

 “En el agua bendita la sirena.    Pero es la ignota.
Ah! Lucinda si me prestaras tu cintura en la cocina.
Tus lívidos pimpollos sin defensa aún pueden curar ésta infinita
amnesia.
Se trata de la vecina muerta mostrando la comba de su teta
y mi rostro infantil desprendiendo un lento moco ansioso
entre las piernas.”
  
En otros pasajes reaparece la desnuda espada sin gladiador posible, rendido a la imposibilidad del lenguaje.

“La saeta objetual del lenguaje que se convierte en brazos del laberinto. Sibila y Oráculo, todo el Dios   expresivo sublimado antes de llegar al discurso…La sospechosa vigilia presente danzando con una cicatriz que brota y se desvanece en el pasado. La verdadera autora”
 Es un descenso atávico a la soledad de la poesía. Un volver un regresar al olvido a la impotencia de que descifremos sus símbolos:
“ La idea era: Mencionar la razón.             Desde la
superficie se desliza hasta cortar el radio     de ésta manera llega a
su destino.        La línea es crítica                pero no ilumina.
La idea era: Poner parte del corazón                   el néctar
de la composición.        Lo que rodea.      Lo blanco      inexpresable
como una curva que termina en presbicia.      Pero no fue logrado.”

Un poema donde el lenguaje muere por sí mismo, en la “naturaleza muerta de sí misma”. Donde “Hay un olor a territorio recorrido.      A dobles labios en la hierba. A mágica saliva del olvido.”


Julio Salgado nos regala en “FRÍAS.CATABASIS” las claves para atravesar la puerta de la poesía, en su representación de la forma de esteticismo más pura y más intransigente;  crea un mundo poético completamente independiente de la realidad ordinaria, práctica y racional, un microcosmos autónomo, estéticamente completo en sí mismo.
Una experiencia temeraria por la senda umbría del Poema. Finitud. Infinitud. Llamado eglógico de la Palabra.


Sandra López Paz 




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