Compartiendo con ustedes, mi vida
No imaginas
la extensión
la línea blanca
suspiros cansados al oído
del conductor pobre hombre
pobre ser condenado al viaje perpetuo
vítreo exorbitado
ojos de los esteros de cincuenta grados
en un mundo de salitre y mudez.
Las casas
abrazadas por el sopor
hologramas del desierto
entre líneas lágrimas de herrumbre.
Por estos lados
en el caudal hipnótico
de la ciudad y sus elementos fundidos
por artes, partes y polifemos
-creo que todo el universo duerme
y dormirá por cien años-
apareces también
en mi entrecejo
entre sueños me abres la puerta
soñada por milenios
y conjuro tenerte siempre
siempre a mi lado.
A una cuadra
presiento tus pasos
-alma mía, soy tu cáliz verdadero-
la calle se alarga en el viento
las glicinas perdidas vuelven
a su tiempo y sus brazos,
los vidrios repartidos
proyectan escenas distantes
y confusas donde me pienso,
mi corazón se abre.
¿Estás ahí, templario mío?
Dame una pequeña señal
una implosión de amor
diciéndome que
he llegado.
Sandra López Paz, del libro "MINUTAS EN EL BAR TRISTEZA"
porque todas las puertas dan afuera del mundo
Mario Benedetti
No imaginas
la extensión
la línea blanca
suspiros cansados al oído
del conductor pobre hombre
pobre ser condenado al viaje perpetuo
vítreo exorbitado
ojos de los esteros de cincuenta grados
en un mundo de salitre y mudez.
Las casas
abrazadas por el sopor
hologramas del desierto
entre líneas lágrimas de herrumbre.
Por estos lados
en el caudal hipnótico
de la ciudad y sus elementos fundidos
por artes, partes y polifemos
-creo que todo el universo duerme
y dormirá por cien años-
apareces también
en mi entrecejo
entre sueños me abres la puerta
soñada por milenios
y conjuro tenerte siempre
siempre a mi lado.
A una cuadra
presiento tus pasos
-alma mía, soy tu cáliz verdadero-
la calle se alarga en el viento
las glicinas perdidas vuelven
a su tiempo y sus brazos,
los vidrios repartidos
proyectan escenas distantes
y confusas donde me pienso,
mi corazón se abre.
¿Estás ahí, templario mío?
Dame una pequeña señal
una implosión de amor
diciéndome que
he llegado.
Sandra López Paz, del libro "MINUTAS EN EL BAR TRISTEZA"