Compartiendo con ustedes, mi vida
Oh, el más vital de los encantamientos
el ruido de la muerte
el cielo de las raíces
dedico, sobre sus ojos
y su voz
la ciénaga.
Dedico mis horas
de escalofríos
aquellos silencios
sobre mi nombre.
Dedico la cama
infesta de resabios
de besos.
A las marcas
en las colillas rancias
y los vasos amontonados
bajo la ducha.
Oh, el más vital de los encantamientos
el ruido de la muerte
el cielo de las raíces
dedico, sobre sus ojos
y su voz
la ciénaga.
Dedico mis horas
de escalofríos
aquellos silencios
sobre mi nombre.
Dedico la cama
infesta de resabios
de besos.
A las marcas
en las colillas rancias
y los vasos amontonados
bajo la ducha.
Dedico este sinfín
al pesado calzado
que me lleva
al sillón del oprobio
a la orquídea moribunda
en los nudos deformes
de mis manos.
Lloro
por aquellos ocasos
sin tu presencia,
lloro la voz abandonada
y mi valentía
de antaño.
De qué sirvieron
mis ofrendas
y la lujuria
que juntaron
las monedas doradas
en tus ojos.
Lloro
la incomprensible
redondez del dolor
en la exégesis
del día.
Sandra López Paz (del libro "Exploración del amor")
al pesado calzado
que me lleva
al sillón del oprobio
a la orquídea moribunda
en los nudos deformes
de mis manos.
Lloro
por aquellos ocasos
sin tu presencia,
lloro la voz abandonada
y mi valentía
de antaño.
De qué sirvieron
mis ofrendas
y la lujuria
que juntaron
las monedas doradas
en tus ojos.
Lloro
la incomprensible
redondez del dolor
en la exégesis
del día.
Sandra López Paz (del libro "Exploración del amor")